Cine y ciencia

Aprovechando el estreno de la película Madame Curie, realizamos una reflexión sobre la visibilidad de las mujeres en la ciencia. 

¿Qué hubiese pasado si Einstein, Newton o Darwin hubiesen nacido mujeres? En un mundo dominado por hombres, el efecto Matilda es es el nombre que recibe la discriminación que han recibido muchas mujeres científicas a lo largo de la historia. Simplemente por el hecho de ser mujeres.

El término “efecto Matilda” fue acuñado por Margaret W. Roseller, historiadora de la ciencia, en 1993, que se inspiró en Matilda Joslyn Game (1826-1898), la primera activista en denunciarlo. Para demostrar su teoría, Margaret W. Roseller utilizó varios ejemplos. Trotula de Salermo fue una médica que vivió en Italia a principios del siglo XII. Fue la primera mujer que escribió sobre ginecología y obstetricia. Sus escritos fueron decisivos durante siglos para una gran mayoría de investigadores, pero sin embargo siempre se cuestionó que fueran obra de una mujer.

Nettie Stevens (1861-1912) fue una bióloga y genetista estadounidense que descubrió los cromosomas XY, los encargados de determinar el sexo de las personas. En la sociedad machista de principios del siglo XX, a Nettie Stevens no le fue fácil abrirse paso dentro de una comunidad científica formada sólo por hombres. Y no son las únicos casos. Lise Meitner  (1878-1968), fue una científica austriaca que formó parte del equipo de investigadores que descubrieron la fisión nuclear. Sin embargo todos los honores se los llevó Otto Hahn, que llegó incluso a recibir el Premio Nobel por ello. A la lista pueden sumarse Rosalind Franklin, Jocelyn Bell Burnell o Marietta Blau.

Pero sin duda el caso más conocido es el de Marie Curie, que, cansada de sufrir constantes discriminaciones por su condición de mujer, llegó a escribir: “Las mentiras son muy difíciles de matar, pero una mentira que atribuye a un hombre el trabajo de una mujer tiene en realidad más vidas que un gato”.

Marie Curie, una mujer científica que abrió paso a las demás mujeres

Marie Curie sufrió toda su vida los efectos de la desigualdad. Incluso llegó a tener constantes problemas para trabajar en unas instalaciones mínimamente equipadas para realizar sus investigaciones. A excepción de los últimos años de su vida, fue excluida de muchos reconocimientos, como por ejemplo, el ingreso en la Academia de Ciencias de Francia. Pese a las dificultades, Marie Curie recibió dos premios Nobel y fue la primera persona – hombre o mujer – en obtener este galardón dos veces. El primer premio Nobel fue de Física, logrado en 1903 por sus descubrimientos sobre la radiación, fue compartido con su marido, Pierre Curie. En un principio el galardón iba a entregarse a Pierre Curie, con quien había trabajado Marie Curie, y Henri Becquerel. Pierre Curie se negó a aceptar el premio si no se incluía a su mujer. Finalmente la Academia sueca reconoció la labor de Marie Curie pero no dividió el importe en tres partes, sino en dos.

Ahí no termina la discriminación. El segundo premio, concedido en 1911, esta vez de Química, fue por su descubrimiento de los elementos radio y polonio.

En aquella fecha, Pierre había fallecido y antes de la entrega recibió una carta de la organización en la que le comunicaban que si hubiese mantenido una relación posterior con otro hombre no le hubiesen otorgado el Premio Nobel. Tal cual.

La vida de Marie Curie es sin duda un ejemplo a seguir por todas las mujeres y se ha convertido en un emblema del movimiento feminista. Esta frase suya resume todo su pensamiento: “Nunca he creído que por ser mujer deba merecer tratos especiales. De creerlo estaría reconociendo que soy inferior a los hombres, y yo no soy inferior a ninguno de ellos”.